¡Pum, pum, pum! y... ¡A Gozar!
El pasado sábado me fui con la Pandilla Lectora, grupo organizado por el chidísimo escritor Alejandro Carrillo Rosas.
La consigna era ¡PELEAR!, casi como en el libro que tocó leer en mayo: El club de la lucha de Chuck Palahniuk, de donde surgió la película noventera El club de la pelea, con famosos actores.

¿La idea? Tener una experiencia 4D de lectura.
En cuanto supe que había que pelear, dije: ¡¡¡A HUEVÍSIMO QUE SÍ!!!, pues desde hace muchísimos años para acá, soy tan pacifista que ya ni me la creo, jajaja. La verdad es que, me gustan mucho las actividades de la pandilla y ya quería conocerles.
Sabía que pelear era un juego y lo único que yo quería era gozar viéndoles en persona. Aunque soy como un cometa, que se deja ver muy de vez en cuando en la pandilla, las contadas veces que he estado x zoom, ¡la gozo inmensamente! Habemos perfiles y personalidades de todo, de diversas edades, gustos, géneros, ocupaciones, perversiones, etc... Lo que más amo del grupos es el respeto y la apertura a lo que cada quien expresa de su percepción de las lecturas. Nadie se persigna, ni se burla ni se siente superior o inferior. ¡Todos los argumentos son escuchados y comentados!
Alex promueve la "Escritura de Pelea", como le llama él. Es una forma de escribir ficción confrontándonos con nuestras resistencias, miedos, dolores del alma, etc. También he entrado con él a sus talleres de sueños, para escribir a partir del material onírico que nos arrojan nuestras profundidades mentales. Además, yo promuevo la escritura autobiográfica femenina en donde trabajo. Desde hace algunos ayeres, investigo, escribo, coordino y doy talleres en DEMAC. ¡Perfecta combinación para motivarme a seguir escribiendo!

Estaba un poco dudosa de ir, por aquello de la hora, el baro, la distancia de mi cerro al gym, etc. Sin embargo, tuve una semana en la que estuve reactiva y necesitaba ir a verter mi radiactividad a algún lado permitido, sin hacer morir a los demás en el intento. Necesitaba más testosterona de la que yo tengo, necesitaba ver varones sin camisa, oler feromonas, sentir sudor. Necesitaba gritar, reír y entrenar con mi muy amada Joselyne, a quien solo conocía por zoom.
Vivo alejada de todo y, aunque estoy muy bien conmigo misma, sé que es necesaria la convivencia con otras cuerpos, dejar que me afecten y afectarles alegremente. Así que, ¡era el momento ideal!
¡Quiero pasiones alegres!, me dije, muy al estilo Spinoziano
Yo le llamo Gozo
El día indicado llegó, primero hice mi rutina de ejercicio en casa, comí ligero y bajé del cerro. Hice tres horas de casa a a "Libra x Libra" ubicado en Polanco. Pensé que llegaría cansada y no tendría fuerza para más nada. Nos preparamos, me cambié de ropa, no llevaba tenis, tenía calor y, en contraste con lo que pensaba, me sentía eufórica.
No sabía que nos pondrían a hacer calentamiento y a entrenar. Pensaba que solo nos pondríamos los guantes para la foto y comentaríamos la novela. Cuál fue mi sorpresa que primero tuvimos que hacer ¡calentamiento! Yo llevaba unos zapatitos de descanso, muy calientes. Nos pusieron a brincar, cosa que odio un poco. ¡Comencé a sudar como varón! Mi axila empezó a "chillar", como dicen algunos, es decir, a esparcir su muy exquisito aroma. Mis senos me reclamaban libertad, así que terminé quitándome el brassiere (que jamás uso, salvo cuando voy a algún evento), los zapatos, y los calcetines.
No podía con el calor, sentí que haría erupción pero toda esa energía radiactiva que traía, se transformó en puro ¡poder!
Poder brincar, poder hacer el entrenamiento descalza, poder carcajear, poder hacer cosas que jamás en mi vida pensé que haría. Poder darme el lujo y la libertad de probar.
¡Poder GOZAR!

Joselyne y yo reímos como locas desquiciadas. Nuestras carcajadas se escuchaban en medio de los guantazos que lxs compañerxs se daban. Hicimos más abdominales riendo que con la rutina que nos indicaron
Al momento de entrenar los golpes a dar, reímos más desquiciadamente, pues si en algo coincidimos mi compañera contrincante amiga de locura y yo es en que, a ambas nos faltaba coordinación. Al grado de pegarle (obviamente sin querer), al entrenador.
Aprendí a hacer péndulo, a pendulear, como quien dice. Se pone el pie izquierdo adelante, siempre adelante y hay que dar pequeños brinquitos entre el izquierdo y el derecho. Los brazos a la altura de los hombros, frente a nuestra cara, doblados en 90 grados y con los puños frente a la cara, para cubrirla.
Cuando queríaí dar el golpe con la derecha, se lanzaba sola la izquierda y viceversa. ¡El cruzado!, ni se diga, se cruzaban mis dos hemisferios cerebrales y no sabía qué descruzar primero, si los puños o el cerebro.
También nos pusieron a jugar manitas calientes, brincando y casi orinando de la risa. En fin... ¡fue mucho más gozoso de lo que me imaginaba!
El momento de pelear llegó. Yo me adelanté a pasar al rin, así que me tocó pelear con Karina. Era ¡un minuto de pelea! No sé qué pasó en ese minuto que se me convirtió en ¡una eternidad!
Ahí, en ese espacio de eternidad comprendí que no estoy hecha para pelear. De tan solo ver la mirada de mi contrincante, me daban ganas de abrazarla más que de golpearla.
Fue un momento muy revelador para mi, descubrí otra forma en que se mueve la energía. Hay que resistir la propia energía, la de la contrincante y la del público echando la porra.
Hubo un momento, como a medio minuto en el que quería parar, aventar los guantes y salir corriendo, o bien, ahí mismo ¡DESMAYAR! Es mucha energía en un minuto, para mi, que vivo alejada de la humanidad, meditando rodeada de viejos árboles, escuchando todo el día el cantar de los pájaros, el silencio de la mañana, de la madrugada.
Aún así, la porra me prendía. En menos de un minuto me di cuenta que soltaba el puño a lo wey y no me protegía. Mi compañera sí alcanzó a darme un guantazo en la cabeza, cosa que me sacó de balance pero me acomodó pensamientos, ideas, reflexiones, informoción, rutas neurales. ¡Me acomodó los veintes!
También grité porra a todo pulmón, exprimí mis glándulas sudoríparas lo más que pude, lo mismo pasó con las carcajadas, las bromas, etc.
¡Euforia, me llamaba en ese momento!
Fui verbo Gozar
Luego vino el momento de calma, sentarnos alrededor del rin para comentar la novela, cosa tan exquisita. Solo me había topado con algunas compañeras y compañeros vía zoom, no les conocía en persona. Amé abrazarles, olerles, poder compartir ese momento de tanta risa con ellxs.
Entre lo expresado, Roxana, dueña del gym, nos compartió que ella era yogui y, con el box, descubrió que llegaba a los mismos estados de plenitud que con las posturas y las meditaciones de la yoga. Después de mi minuto de pelea, confirmo lo que dijo, yo no llegué a un estado zen pero sí que me cayeron muchos veintes de mimimimimimisma.

En fin que, solo quería compartir un poco de lo vivido con la Pandilla Lectora y decirles que, si se les antoja un poco, ¡ni lo piensen!, anótense para las siguientes experiencias 4D de lectura del mes. Algunas veces Alex nos consigue descuentos para los libros, otras están los autores de las novelas, y... ¡Siempre se goza!
¡Gracias a Alma y a Joselyn por las fotos!
¡Gracias Pandilla Lectora!, son la neta del planeta.
Les dejo aquí la liga de Tinta Chida para que pidan más información acerca de escribir y/o leer: https://tintachida.com
Y si quieren boxear bien en serio, les dejo la liga de Libra x Libra: https://www.facebook.com/libraxlibramex
Mujeres que quieren saber más de la escritura autobiográfica: https://demac.org.mx
P.D. Me quedé muy corta en expresar todo lo sucedido pero... ¡mejor vívanlo en carne propia!