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Linaje materno

Me debía este escrito, no quería plasmarlo de manera rápida, lo quería hacer de manera sentida, con calma, con el corazón. Sin embargo, entré en un proceso que me hacía falta para poder conectar con información profunda que mi Ser requería. Con dedicatoria especialísima para Sofi.


Después de casi dos meses de ponerme en pausa en mis procesos creativos, aquí estoy, agradeciendo esta hermosa experiencia con mi linaje materno.


Después de varios días y una larga jornada dando atención a lxs consultantes que vi el pasado mes de julio, llegué al lugar acordado con mi prima Sofi. Nos vimos una semana antes, ella me recibió en su casa. Teníamos muchísimos años sin vernos. Retomamos contacto mediante su mamá, la vi en el velorio de mi tía Lucy.


Acordé con Sofi que a mi llegada a territorio materno, le avisaría para vernos. Mi prima, como siempre tan cariñosa, tierna, y amable, fue por mi a casa de mi amiga Flortz. Me invitó a comer a su hermoso hogar, con su familia, mi hermosa sobrina y el compañero de mi prima.


Calculamos que teníamos, mínimo 15 años sin vernos. Recordamos viejas travesuras y momentos de infancia y adolescencia sumamente divertidos. Tenemos la misma edad, yo le llevo unos pocos meses, igual que a mi prima Lolis. Éramos como tres mosqueteras que siempre andábamos juntas, hasta que ya no volví a SLP en mis vacaciones, como a eso de mis 19 años. Llegué a ir a una que otra fiesta grande de la familia, ahí nos pudimos haber visto y saludado, no más.


Después de esas exquisitas enchiladas potosinas y los benditos frijoles refritos, reflexionamos y reímos mucho. Recordamos los juegos con todos los primas y vecinitxs de Retornos, la colonia donde vivía nuestra abuelita Mina. Los desmayos que le daban, mis berrinches y lloriqueos, las escapadas a la tiendita el Mini, las rodillas raspadas, las caídas en las espinas de los rosales, los resbalones en el lodo, la muñeca asesina, las caídas de los árboles, las fugas de mi tía Tita para ver a su novio Beto y todxs los sobrinas de "chaparrones", los tacones que le sacaron ampollas cuando caminamos del centro a la casa, en fin... tantas historias, tanta memoria compartida.


Sof me llevó a casa de mi amiga y ni así parábamos de platicar, nos dio la medianoche platicando en su auto, estacionado a media calle.


Por fin pudimos acordar fecha y hora para vernos con otras primas y tomar un café. Nada era seguro pues todas trabajaban y yo también estaría ocupada. Nos confirmaríamos unos días antes de lo acordado.


Un día antes del día que quedamos, le escribí para preguntarle si nos veríamos o no, me dijo que les llamaría a las primas. La verdad, es que supuse que no lo lograríamos pues, a un día del día, sería difícil organizarnos. Yo me regresaría a mi ciudad muy pronto. "Será para mi regreso", pensé.


En la noche mi prima me confirmó que sí nos veríamos en el lugar que sugerí, me gusta mucho tomar cafecito ahí. Además me queda cerca del consultorio.


El día acordado llegó y el reloj marcó la hora en que me tenía que salir del consultorio para llegar a tiempo. Me encanta caminar, así que disfruté mucho la caminata para llegar al lugar pero, de los nervios de volver a ver a las demás primas, ¡me perdí! Comencé a sentir angustia de pensar que llegaría tarde y las vería poco tiempo. En fin, que redoblé la velocidad y logré llegar unos pocos minutos tarde.


Para entrar a la cafetería hay que subir unos escalones. Me asomé y vi unas cabezas, pensé, ahí están. Al subir dos escalones, casi me desmayo de la impresión.


Cuando logré ver la mesa, me quedé pasmada. Inmediatamente se levantaron las cuatro tías mayores de mi linaje materno, no las esperaba. Todas ellas primas hermanas de mi madre y de mi tía recién fallecida. Tías con las que crecí, tías que me servían de comer los fines de semana en mis vacaciones de Semana Santa, de verano y de invierno. Tías que, de niña, me invitaron a su casa a jugar. Mi tía Coco, especialmente, que me servía mi teteconlecheconpecheconchocolateconchocomilk.


Vi, en cámara lenta cómo se levantaba una a una hasta que quedaron las cinco de pie, me rodearon y me abrazaron. Las piernas se me doblaban, pensé que caería de rodillas, no pude más, rompí en llanto. Es indescriptible lo que sentí al sentirlas. Las ví enormes, como cuando yo era una niñita de tres o cuatro años. Con todo y su años, las vi fuertes, tías de roble. Las vi tan matriarcas, tan sabias, tan contenedoras.


Las lágrimas me brotaban como cascada, no podía hablar, no podía ni respirar. Me sentí tan contenida, protegida, sostenida. Sentí a mi madre en ellas. Sentí la fuerza de la Gran Madre, de la Divina Femenina. Sentí a la Diosa en ese abrazo colectivo que no me soltaba. Me sentí tan pequeñita, tan acompañada. No me había dado cuenta que me sentía sola y huérfana de madre hasta ese momento.




Linaje Femenino

Sentí la Fuerza de mi Linaje Femenino


¡Gracias Sofi por esa gratísima sorpresa!


Enseguida de mis tías, se levantaron de la mesa mis primas, todas ellas mayores que yo. Eran las primas ajenas en mi niñez pues, cuando yo era una peque, ellas ya eran adolescentes. Aún así en mi avanzada niñez y en su temprana adolescencia, todavía alcanzamos a jugar juntas.


Nos sentamos con una enorme sonrisa en el rostro, yo seguía llorando. Me contaron que sólo irían dos primas más, a parte de Sof pero una de mis tías, la matriarca, se enteró y les avisó a las demás. No faltó una sola tía, ¡por Diosa, qué alegría!


No hablamos mucho del pasado. Más bien, nos dedicamos a actualizarnos del presente de nuestra vida, lxs hijas, las nietos, las nueras, los yernos, lxs novia, las licenciaturas, las profesiones, los logros y los fracasos, los trabajos, las alegrías y las tristezas; las muertes y los nacimientos, la salud y la enfermedad.


Una de mis tías sacó fotografías de mi abuelita y así, todas comenzamos a compartir nuestras fotos de las familias que cada una conformamos. Obviamente saqué a presumir a mi hijo y a mis sobrinxs.


La tarde se fue volando y a la vez no. Fue un hermoso encuentro. Nos faltaron muchas mujeres. De cualquier forma, nos prometimos volvernos a reunir.


El abrazo de despedida fue igual de cálido, fuerte y duradero que el de recibimiento.


Las mujeres de mi linaje femenino potosino me dieron mucho calor y fuerza. Me volví a sentir acompañada y contenida por la energía familiar.


Sentí la potencia, la magia, la fuerza y la contención de tías y primas. ¡Gracias Diosa!


Volví a mi casa llena del calor que cada una me dejó. Calor que recordé y me contuvo en estos días en que mi gatito ha tardado en sanar una herida de su cabecita.


Gracias una vez más Sofi. Eres una bendición prima.


Me hubiera encantado que estuviera ahí mi hermana, bueno, ya le tocará.


Dedico estas rolas a todas ellas, las mujeres de mi familia, las de sangre y las elegidas por Diosa. También comparto unas rolitas con quien quiera escucharlas, para acompañar la lectura de este texto:


https://on.soundcloud.com/ELjyT


https://on.soundcloud.com/vunpg


https://on.soundcloud.com/8VJ61


https://youtu.be/tJX6eAxiSs0?si=_4WDZpkgEhaje4fP


https://on.soundcloud.com/9aziX


https://on.soundcloud.com/UE6MK


https://on.soundcloud.com/93hxP



























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