Encuentro entre Parteras

El pasado fin de semana, del viernes 2 al domingo 4 de octubre, esta servidora del Gozo asistió al "Encuentro entre Parteras" que se llevó a cabo en las Cabañas Mangata, en Huasca de Ocampo, Hidalgo. Este encuentro lo organizaron las parteras Alejandra Lozano, Bea Medina, Diana Toscano y Mar Macías (en orden alfabético).
Haciendo un recuento de mis acercamientos en este mundo de la partería recuerdo que en el año 2013, por cuestiones laborales me involucré con mujeres doulas, parteras y madres que, en su mayoría, han parido o pretendido parir de manera natural y por vía vaginal. En dos ocasiones, asistí a Oaxaca a darles talleres de escritura autobiográfica, por parte de DEMAC AC, para motivarlas a escribir sus experiencias de lactancia y parto. En ese momento me entró la semilla y la curiosidad por indagar más acerca del tema. Así que entre las experiencias que ellas escribieron y mi lectura de varios textos la semilla comenzó a germinar pero la vida me llevó por otros rumbos.
En el mismo año, mi querido amigo Hugo, chamán y sanador me invitó a irme a los confines del país con él para aprender partería pero en ese tiempo mi hijo estaba adolescente y, ante las necesidades de un Ser en esta etapa de la vida, dije que no.
A partir del 2015 conviví por varios años con doulas y parteras en Luna Maya, una casa de partos. Escuché vi y viví muchas cosas con las mujeres que ahí trabajan y con las que asistían a consultas o a parir. Me di cuenta de lo demandante que puede ser dedicarse a la partería, así que una vez más, ante las diversas invitaciones que recibí a los cursos y conocimientos en este sagrado oficio, dije no.
Pensé que ya me había librado de tal responsabilidad, sin embargo, la semilla, seguía germinando sin que yo lo notara. Esta vez, la vida me puso a prueba... En el año 2020 entré a estudiar al Centro de Investigación y Estudios Transmodernos CIET, donde conocí a Nana Vicky, una mujer de sangre y origen Purépecha. Me enamoré a primeras oídas de Nana Vicky. Luego entré a una charla que dio en línea y me enamoré aun más de ella. Después, abrieron el diplomado en Partería y Medicina Tradicional con esta Sagrada Mujer, y como es de esperarse, esta vez dije ¡SÍ! Sí quiero prepararme con ella. No sé si me dedicaré a ser partera pero quiero aprender de esta gran mujer cuya filosofía de vida es muy similar a la filosofía de la Diosa Goza.
Muy pronto me volví "grupi" de Nana Vicky. Pero más bien, como buena estudiante que soy, ahí voy, a seguir a mi Maestra al Encuentro entre Parteras...
Antes de hablar del encuentro, comento que vivo con dos varones, además este año he convivido intensivamente con muchos más varones, por lo que ha sido para mi, un año de mucha testosterona. Desde el 2012 no convivía con tanto varón pues me volqué al trabajo con mujeres. Solo convivía con mi hijo y mi compañero. Lo anterior no lo había pensado y mucho menos reflexionado hasta que llegué a la camioneta en la que nos fuimos a Huasca.
Llegué al punto de encuentro hecha un bólido pues el tráfico estaba de locos, e inmediatamente, entre las tiernas miradas, la dulce sonrisa, la palabra lenta y pausada de las parteras con las que compartí en esta camioneta, sentí que me había topado con un gran muro de estrógenos y oxitocina. Inmediatamente lo sentí en el cuerpo pues me relajé como hace mucho no lo hacía. Mi pensamiento se calmó y mi cuerpo entró en reposo. Todas estas mujeres olían a hierbas medicinales y hablaban un idioma impregnado de tranquilidad y amor.
En una de las paradas que hicimos para ir al baño, la camioneta ya no arrancaba y sin lugar a dudas, varias de las parteras se bajaron a empujarla. Después de eso hicimos una oración a los guardianes de los caminos y lugares por donde pasaríamos, acompañada de un pequeño canto. No hubo quejas, no hubo preocupación ni mucho menos melodrama. Simplemente se lo tomaron con calma y resolución.
Así de decididas son las parteras, pensé.
Finalmente llegamos a las cabañas. Cabe mencionar, por mucho agradecimiento que les tengo, que Valeria, una joven partera proveniente de Suiza me ayudó a cargar mi pesadísima maleta el primer y último día. Nos acomodamos en nuestras cabañas y una vez más, alguien me ayudó a cargar mi maleta hasta el segundo piso donde me tocaba dormir, ni cuenta me di hasta que tuve mi maleta al lado. Esta vez fue Rodrigo, un muy joven estudiante en Salud Reproductiva y Partería por la UTEC de Tulancingo, Hidalgo.
¡Gracias Valeria y Rodrigo!
Llegamos al restaurante, me formé para comer, me senté en cualquier mesa y mientras comía y platicaba con mis compañeras de alimentos, miraba parteras entrar. No tenía fin la entrada de parteras. El restaurante se llenó por completo. La comida estaba deliciosa, la atención era cálida y amable. Los murmullos de tantas voces femeninas eran bálsamo para mis oídos, más sabiendo que todas son parteras.
Mientras comíamos me sentía chiquita, nada, nadie. Todas ellas, tan conectadas a la partería y yo apenas una aprendiz.
Por primera vez en mucho tiempo me sentí fuera de lugar, ignorante y cohibida,
¡gracias a Diosa que me permite vulnerarme!
Hicimos la ceremonia de apertura del encuentro, con los rituales de varias abuelas, especialmente de la Nana Vicky, la Abuela Mirna, Abuela Esther, Abuela Cilintli y la Abuela Caridad. Todas ellas de un largo y profundo caminar en esta vida.
Este encuentro fue para el amamacho, el apapacho, el abrazo cálido, la sonrisa tierna, la mirada dulce, y el compartir la palabra. El tema central fue el autocuidado de las parteras.

Se habló de la entrega de las parteras, de su compromiso con la vida, con el nuevo Ser que está por nacer, su madre, su padre (si es que está involucrado) y la familia. Es tal la entrega y la demanda de atención y tiempo por parte de las mujeres embarazadas o de las parturientas, que las parteras se olvidan de sí mismas en muchas ocasiones.
Cuando tienen parto próximo se entregan 24 x 7, de manera presencial o virtual, a la mujer que va a parir y a su hijo. Son amantes de su profesión, al grado que muchas veces, sus compañeros de vida no les aguantan el ritmo. En otros casos, sus compañeros son tan especiales, como ellas, que se convierten en sostenedores a distancia o en presencia del quehacer y los ritmos de esta rara especie de mujeres entregadas al servicio de la Vida.
El ambiente estaba lleno de serotonina y oxitocina, ni qué decir del mar de estrógeno en el que podíamos flotar. Al grado que mi ciclo menstrual se alteró un poco y me sincronicé quién sabe con cuántas de las 97 mujeres que éramos, sin contar a quienes nos atendieron en el restaurante pues si las sumamos éramos más de cien.
La primera noche estuvo llena de pláticas y carcajadas.
El segundo día hubo una magnífica caminata al bosque para el reconocimiento de plantas medicinales. Por un momento me hice a la idea de no ir cuando pensé que se había ido el camión pero finalmente me quedé a descansar, a encender el boiler para darnos un baño calentito y en compañía de Sharon, una compañera de habitación con quien hicimos un lindo vínculo. Sharon y yo nos fuimos a Huasca a caminar un poco, ella necesitaba dinero del cajero pero nunca hubo. Aprovechamos el viaje para tomar pulque, nos comimos un sabroso taco de barbacoa, tomamos cafecito y tuvimos una charla exquisita. El dueño de las cabañas nos dio un raite. Él es un hombre que les habla con especial amor y rigor a sus hijos, quienes con mucha responsabilidad se entregan a las labores de mantenimiento de las cabañas, una empresa familiar que sin duda prosperará gracias al cuidado y atención que todos le ponen.
Después de la caminata por el bosque y a nuestro regreso de Huasca comimos y platicamos del autocuidado entre parteras. Se compartieron varios tips de autocuidado tanto individual como colectivo. Parte de las in-conclusiones fueron que:
Es mejor cuidarnos en colectivo.
Posteriormente las abuelas mostraron varias prácticas de masaje, acomodo de columna, cadera, lubricación vaginal. Más adelante, algunas de las parteras compartieron anécdotas de sus experiencias en partos. Hubo de todo, desde anécdotas divertidas hasta testimonios de partos complejos.
Al final, decidieron dar apapacho a las abuelas; ellas, con singular alegría se acomodaron para recibir masajito, reiki y mucho amor.
La Abuela Mirna pidió una pequeña comitiva para dar masaje y amamacho a las mujeres que se encargaron de alimentarnos y cuidarnos. ¡Qué maravilla!, eso para mi es:
¡Auto-cuidándo-nos!
El domingo realizamos la Bendición del Rebozo con la Abuela Esther. Me quedo corta en palabras que expresen la profunda vivencia ancestral y de linaje que experimentamos con la bendición. Los linajes femeninos de, aproximadamente, cien mujeres se juntaron para bendecirse entre sí, para contenerse, sostenerse y recordar la conexión de origen que tenemos entre todo cuanto existe.
En lo personal, presumo que justo ese domingo 4 de septiembre, hace 26 años mi hijo decidió nacer y yo nací como madre. Además, el rebozo que llevé a la bendición era de mi hijo. ¿Coincidencias o Diosidencias? Aproveché el momento para pedirles a todas le enviáramos bendiciones a mi cumpleañero hijo. Inmediatamente todas lanzamos nuestras bendiciones para Isaac.
¿Imaginan lo que esto significó para mi?
¡No hay palabras!
Cerramos el encuentro con cantos, y danza, así como con la palabra sagrada y transparente de dos hermosas mamis y de las organizadoras, palabra dicha desde el corazón, con respeto, y sin evitar cualquier emoción.
De regreso, me tocó irme en la camioneta donde varias abuelas compartían su gozo por la vida. Todas cantamos y bailamos,
¡nadie escapó de la alegría y la diversión!
Durante el camino, mis sentipensamientos de altos vuelos me llevaron a una in-conclusión: si adquiero los conocimientos de partera, no necesariamente me dedicaré a serlo. Hoy me siento partera porque en esencia, aunque me dedique a otras cosas, en esencia soy como ellas: conectada a la vida, apasionada, salvaje, tierna, amorosa, resolutiva, divertida, responsable, compasiva, furiosa, valiente, empatica, gozosa y más. Porque en resumidas cuentas todas somos:
VIDA QUE PULSA Y VIBRA
¡Gracias parteras por darme tanta oxitocina, serotonina, conocimiento, abrazos, palabras, caricias, cantos, danza, carcajadas, reflexiones... Gracias por darme tanta paz y espejearnos en la pasión por el servicio a la Vida.
"La Partería como tal requiere ser reconocida como una labor importante en la vida comunitaria pasada, presente y futura, en todas sus escalas y dimensiones. Parir en casa o con una partera es darle calor y ternura al nuevo Ser encarnado y a su Madre. Parir con una partera es recibir un trato digno y amoroso. Parir es natural y orgánico. Las mujeres, con nuestro cuerpo mamífero tenemos todo el potencial de alcanzar niveles de Diosa en los partos naturales. Seamos las Diosas y Animales que somos accediendo al potencial de nuestro cuerpo en conexión con nuestro corazón, conciencia y espíritu, libres de miedo, ciertas en que las memorias ancestrales humanas y no humanas están como improntas en nuestro cuerpo y solo hay que recordar y activarlas para sanar, para rugir, para dar vida, para parir libres y sin violencia de ningún tipo.
Parir con el acompañamiento de una partera cambia el mundo interno y el externo.
Recuperemos ¡Nuestra Fuerza!".
¡Juchuarí uinhapikuaá¡
(Lengua Purépecha)
Con dedicatoria especial a: Mi abuela Lucita, mi madre Leticia, mi hijo Isaac, mis sobrinos Kika y Uru, Nana Vicky, Flor, Carryne, Silvia, Jose, Diana, Ale, Bea, Mar, Ceci. Gracias a todas las mujeres que tejemos esta hermosa red, a las Guardianas, Sacerdotisas y Diosas del Gozo. Gracias a todas.
Mis agradecimientos a las organizadoras de este evento, a las organizadoras del encuentro que se llevará a cabo en el 2023 y a todas las nanas, abuelas, parteras que acudieron y a quienes estuvieron energéticamente. Gracias a todas las personas que hicieron posible esta celebración de Vida.
Gracias a Diosa
Gracias a la Diosa Goza

Con Nana Vicky