Día 21. ¿Voy por más?

No me cabe la menor duda, las diosidencias están a la orden del día, lo único que tengo que hacer es detenerme un momento, centrar mi atención y ver las conexiones.
Es mi día 21 de hacer, diariamente, a las 7:00 am, la meditación dinámica de Osho.
Soy de pocas rutinas, salvo las impuestas por agentes externos como el trabajo o mis maestrxs. Yo jamás me pongo rutinas. A veces me desafío con algunas experiencias, como una detox alimenticia de tres meses que realicé en el 2015, ir a trepar al muro más grande de Latinoamérica (solo una vez), entrar a temazcales donde le intensean, o hacer la Búsqueda de la Visión, por citar algunos. Prefiero fluir con los desafíos que me manda la diosa, ¿para qué me auto impongo más?
Esta vez, solo me lo propuse y ya. Di un salto de la cama y ¡listo!
Después de un cierre de 2022 muy intenso y un comienzo de 2023 igualmente intenso, supe que no hay vuelta de hoja, tengo que procurarme más, demostrarme mi autoamor más allá de las caricias, de la danza, de lo acostumbrado. Es urgente demostrarme mi autoamor en las finanzas bien llevadas, en la salud y en la enfermedad (en la que no creo gracias a la Nueva Medicina Germánica), en los límites, en los vínculos, en la convivencia conmigo misma y con otrxs, etc.
Quiero tener salud, quiero moverme con flexibilidad, fluidez y rapidez, quiero tener resistencia física
¡Quiero gozar!
¿Qué hago? ¿Cómo comienzo esto que no conozco muy bien?
Puse manos a la obra, tomé algunas clases de Hiit con mis entrenadores, me gustaron mucho. Ahí me vino el momento de iluminación: ¡Haré la meditación dinámica de Osho!, me dije. Pensé en 21 días, luego, mientras hacía la meditación mi voz interior me dijo: mejor 29 días, todo el ciclo lunar, ¡anda, anda! Otra voz me decía: ¿y qué tal tres meses? ¡Uf! No lo sé, termino muy cansada, quiero hacer otras cosas a esa hora, me duelen los hombros, me da sueño, ¡qué hueva!... En realidad no me era tan fácil como lo digo arriba, dar un salto de la cama y... ¡Listo!, pero así lo hice.
Quien me esté leyendo y se identifique conmigo, ya sabe de lo que hablo, comenzar y abandonar, en fin, miles de pretextos para seguir con la vida "cómoda"... ¡procrastinación!
Pero, una vez que puse la intención en el cosmos, mi cósmico gato negro me comenzó a ayudar cada mañana. Me levanta a las 4:30 am, por lo que agregué una actividad más:
¡Escribir!
Tengo pendiente escribir una novela autobiográfica con algunas experiencias de mi vida. La comencé en el 2020 y la abandoné. La retomé este 2023 y aunque no he abandonado, no había sido constante, por razones que van más allá de mi. La cosa es que ahora, ya no he parado.
Los primeros días de la meditación me dolían los hombros, no podía sostener mis brazos en alto pero lo hacía, me jalaba el derecho con la mano izquierda y viceversa. Mis pensamientos no paraban, llegaban las sensaciones físicas acompañadas de emociones de frustración, alegría, desesperanza, euforia. Pensamientos de logro, de abandonar, de inutilidad, de ¡no puedo!, ¡sí puedo!, ¡no podré! ¡ánimo, pasará!...
Los primeros días salió a relucir la tristeza que me decía, "mañana ya no te levantes", necesitas dormir. Además, ¡comencé a menstruar el primer día de medi! Luego salieron la desgana y el cansancio, días en los que hice muy poco salvo trabajar y mantenerme haciendo la meditación dinámica y mi ejercicio que tanto amo. Todo lo demás, lo dejé a un lado, incluso las redes sociales (a las cuales no tengo una fuerte adicción pero sí un poquillo). Gracias a no abandonar las actividades, poco a poco se me fue haciendo más fácil levantarme temprano, escribir, hacer la meditación, el ejercicio, desayunar y ponerme a trabajar. Más tarde, hacer mis ejercicios de voz, que tanto me debía, y otras cosas.
Comencé a surfear las fuertes oleadas del océano de-mente
Consiero que los cambios más importantes son internos pues la actividad me ha ayudado a reforzar la propiocepción, la intercepción, la motivación, la autoestima y el autoamor. Sin embargo, llevo registro fotográfico de mi proceso, descubrí que me permite ver los cambios de manera externa, me ayuda a reforzar lo que voy activando y desarrollando.

Ahora, que estoy en mi día 21 de la meditación dinámica, pensaba si continuar o dejar. O tal vez sustituir esa práctica por otra que también me de un "punch" energético. Por diosidencia, que ya es parte de mi vida diaria, me llegó, hoy mismo, una conferencia de Gustavo G. Diez, un reconocido neuroíficientoíc al que admiro muchísimo, ¡hablando de los hábitos!
En un seminario de Neurodanza, Trauma y Resiliencia que tomé hace dos años, aprendí que, para quitarnos un hábito que nos daña y hacernos de uno que nos hace bien, necesitamos mínimo 6 meses para la reprogramación y mínimo otros 6 meses para sostenerlo, a nivel neural.
Hoy aprendí de Gustavo que, en realidad son ¡mínimo 18 meses!
Así que... ¡ya ni lo pensé!
A mi pregunta ¿Voy por más? La respuesta es:
¡Sí, voy por más! Al menos, una semana más con la meditación dinámica. Mientras tanto, pensaré qué otra actividad realizaré en su lugar para seguir manteniendo el fuego en alto pues: